6.13.2012


Siempre tuve ese rollo, esa obsesión: escribir. Escribir cualquier cosa que me
venía en mente, las cosas que me estaban pasando. O simplemente frases
exterminadoras: “me cansé de este colegio”, “tal cosa me tiene harta”, “amo tal otra”,
bla, bla. El papel es prudente. El papel no te es infiel, no te caga, te deja ser. No te pone
cara de circunstancia aunque le estés contando que tenés morbo con las ratas egipcias o
que te excita ver cómo los murciélagos duermen en el tapa-rollo de tu ventana. Quizás
por eso no tenía amigas, porque todo lo que las chicas les contaban a sus amigas, yo lo
reproducía con exactitud en mi cuaderno; y mientras la memoria de un ser humano
puede fallar, las letras de los cuadernos son imborrables. Supongo que por eso siempre
me aislé de esa manera: nunca tuve la necesidad de comunicarme, porque ya lo estaba
haciendo.

Abzurdah - pagina 45

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